Giorgio de Chirico fue un pintor italiano, creador la llamada “pintura metafísica” a principios del siglo XX, un estilo que se podría incluir dentro del famoso “surrealismo”. En esta pintura metafísica aparecen espacios marcados por la perspectiva de extraños edificios, por maniquíes, estatuas y otros objetos de extraña apariencia y utilidad. Todo nos transporta a un mundo onírico (de los sueños) en el que los elementos del cuadro se relacionan de forma absurda o enigmática. El significado del cuadro permanece en el misterio. Veamos un ejemplo


En este otro vuelve a ocurrir lo mismo: las sombras alargadas expresan muy bien la hora del día. La combinación de objetos es absurda y misteriosa, y nos obliga a seguir mirando el cuadro en busca de una posible respuesta que nunca encontramos. Esto nos crea una sensación inquietante. ¿Están de alguna forma vivos estos extraños seres compuestos de un ensamblaje de varios objetos? o ¿alguien los ha montado y los a dejado allí? y ¿para qué? Por todas estas preguntas, decimos que Chirico es un pintor onírico, porque estos espacios y estos objetos podrían perfectamente aparecer en nuestros sueños...

La conclusión es que podemos incluir en nuestros cuadros y dibujos este tipo de sombras alargadas para expresar la hora del día (amanecer-atardecer), la soledad, la melancolía y la perspectiva, como hacía Giorgio de Chirico. Nos despedimos de él con otro enigmático cuadro.

Pasemos ahora a otro importante pintor del siglo XX que también está dentro del surrealismo: Ives Tanguy.
Tanguy utiliza unas sombras muy parecidas a las de Chirico, pero sus objetos y sus espacios son muy diferentes. Los objetos son totalmente incomprensibles y extrañísimos, parece que fueran algún tipo seres vivos mezcla de huesos, de vegetales de pulidas piedras y de restos de esculturas. Sus espacios son muy difusos y desvaídos, como si se tratara de dunas del desierto. El horizonte y la lejanía se funden y difuminan. Veamos un ejemplo.

Observa esas sombras parecidas a las de Chirico, que se recortan nítidamente sobre el suelo. Chirico utiliza muy a menudo el recurso de incluir en el cuadro objetos lejanos (por lo tanto empequeñecidos) para crear la sensación de perspectiva y profundidad. Así consigue que la imagen se haga tridimensional. Las sombras también ayudan mucho a que la imagen se haga tridimensional y las figuras adquieran “volumen”, despegándose de la superficie del cuadro.



El tercer pintor que vamos a comentar es muy diferente a estos dos; se llama Edward Munch. Era de Noruega y se puede decir de él que es el iniciador del “Expresionismo”. Esta vanguardia de principios del siglo XX se preocupaba por expresar en sus cuadros el interior del ser humano: sus angustias, sus miedos, su soledad... Para conseguirlo pintaban las figuras deformadas y utilizabas colores violentos con pinceladas rápidas y desordenadas. Así intentaban expresar el interior del ser humano y no sólo su apariencia externa y visual. Veamos un primer ejemplo de Munch.


Acabamos con un autorretrato del propio Edward Munch en que la sombra es utilizada otra vez de la misma forma.
